jueves, 22 de diciembre de 2011

Querido Señor Presidente

Me encuentro dándole vueltas en mi pensamiento a una pregunta ¿Cómo puede una nación con tal debito permitirse ir a la guerra, con tan poca razón para ella, teniendo en cuenta el gasto tan horrendo, mortalidad, devastación humana y destrucción?.

Resultado actual 515 billones de libras para los EEUU, 4.7 millones de refugiados, 31.921 soldados heridos de tropa americana, 113.125 de muertos civiles iraquíes etc. etc. suficiente como para vomitar de pena, de asco.

Esto en nuestro siglo 21 es y esta irremisiblemente mal. ¿Como, la nación mas avanzada del planeta, mas poderosa, con mas posibilidades, con el mayor numero de lumbreras, con todos los científicos que uno pueda imaginarse a su disposición puede llegar a hacer esta guerra?

El coste real solamente Dios y aquellos afectados directamente por la perdida de sus queridos familiares, sus posesiones y su estabilidad lo saben.

Cuando los Estados Unidos de America empezó la guerra, la nación ya tenia un gran debito nacional, también empezaron a preparar una todavía mas grande para todo el mundo, una inversión de capital astronómico en China, y el mayor desastre financiero y fraudulento en el sistema bancario mundial en la historia de nuestra civilización, dejando la UE “sin plumas y cacareando” al borde del cataclismo y la economía de la “Unión” en un estado parecido.

Y, yo me pregunto, ¿es esto autodestructivo o una tácita estrategia para llegar al dominio mundial absoluto?

Señor Presidente cuando tenga tiempo libre y su mente sea libre de vagar por el Universo, posiblemente se haga una pregunta, ¿merece la pena todo esto? Tener 3 millones de pobres en su país y el mayor debito nacional de la historia, la UE en bancarrota por una década y el resto del mundo soñando por unos momentos “el sueño americano”

Todo esto produce un gran malestar, toda una tragedia, pero si añadimos el problema del CO2, entonces, no merece la pena levantarse de la cama.

Y, a pesar de ello, todavía queda un poco de esperanza, el eterno tonto, el eterno optimismo del ser humano. ¡Que inepto!

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